Un fin de semana de Teatro Social diverso y potente. Con una propuesta de teatro en la calle y otra en sala. De disfrutar la intimidad del Teatro Encuentro y una intervención teatral que deja muchas preguntas en el aire. Así ha sido mi sábado y domingo de “reportero dicharachero” en el III Festival de Teatro Social Con-Vivencias. Y hoy os lo cuento en este post – crónica.
Sábado de teatro en la calle
El sábado tocó el turno del Teatro Encuentro. Otro año más, gracias a alumnos y alumnas de La Dinamo Escuela, una plaza del barrio de Lavapiés de llenaba de teatro en la calle. De una propuesta de teatro social cercano y sencillo que, utilizando el espacio público, genera espacios de intimidad y diálogo.
Así, durante aproximadamente 2 horas, la Plaza de Arturo Barea (también conocida como «la de la UNED»), se convirtió en el espacio escénico de 7 actrices y actores. Con sus monólogos y relatos, fueron acercándose a gente que quisiera escuchar. Para acabar dialogando sobre la pregunta: «¿A ti también te pasa?».
Resultó realmente gratificante ver como la plaza se transformaba. De pronto se generaban corrillos alrededor de actores y actrices. O grupos de gente que venía preguntando por «dónde se podía ver el Teatro, que habían visto información en el Mercado de San Fernando». Sí, hubo algunas personas que, por un momento, cambió tomarse una cerveza por ver un teatro poco convencional.
En uno de esos grupos, pregunté que les había parecido. Así, un espectador me explico qué le «resultó genial que fuera tan espontáneo, en una plaza, al aire libre. Porque esa accesibilidad invita a verlo». Además, comenté el hecho de que se había producido dialogo posterior entre el grupo (una vez la actriz se había ido). A eso, una espectadora añadió que «resulta curioso poder interaccionar con la actriz. Porque te acabas sintiendo identificada. Y eso te hace pensar».
Charlando sobre el Teatro Encuentro
Aprovechando la ocasión, me resultaba interesante recoger testimonios de primera mano de quiénes estaban detrás de la propuesta. Por eso, entreviste 3 personas: Laura Presa, formadora de La Dinamo e inspiradora del Teatro Encuentro; Marina Fernández, alumna de la escuela y una de las actrices; y Matteo Ricci, organizador del Festival, que el año pasado también participó en esta acción.
Primero hablé con Laura. Para empezar, charlamos sobre el proceso de creación del Teatro Encuentro. Sobre él comentó que «los más interesante es el equilibrio entre que la historia parta de una necesidad personal y que esta sea una preocupación o problemática social”. Desde ahí, le pregunté por el principal potencial de esta técnica. A este aspecto, ella argumentó que «el texto tiene mucha veracidad e implicación, porque surge de una propia inquietud. Y cuando el público lo siente, permite que se entregue a escuchar y al diálogo».
Por último, también hablamos de cuál era la aportación al festival de esta propuesta. Laura consideraba que «es una oportunidad para trabajar una forma teatral que no se ve a menudo. Ademas, permite que la gente vaya en busca del teatro. Y que gente desconocida se encuentre y dialogue sobre un tema profundo«.
En la charla con Marina, primero quise saber cómo se había sentido en la que era su primera experiencia. Comentó que tuvo «muchos nervios, pero el público había sido espectacular». También hablamos sobre la aceptación del público. Así explicó que «pensaba que iba a ser complejo para la gente». Pero añadió que se había sorprendido «porque la gente se implicó y se habían generado debates». Por último, le pregunté si consideraba se había conseguido el objetivo de transformación. Para ella la respuesta era afirmativa. Porque había ocurrido que «la gente se ha dado el tiempo y el espacio de pararse a pensar y han dialogado entre sí. Y eso ya es muy transformador».
En último lugar, en la charla con Matteo, comentó que incluyen el Teatro Encuentro en el festival porque “representa el espíritu de Con-Vivencias. La idea de compartir de forma íntima y profunda vivencias personales que tienen un interés social y público”.
Sobre su experiencia del año pasado, dijo que “le revolucionó su vida, porque le permitió sacar prioridades y sentires respecto a las diversidades sexuales”. Además, que le permitió llevar cabo un taller en el que compartir estas herramientas, aplicadas al tema de los géneros y la identidad sexual. Y que ha podido llevarlo a cabo en algunos eventos relacionados con el tema de su monólogo.
A todo esto, añadió su agradecimiento a La Rueda Teatro Social, en especial a Laura Presa y Fernando Gallego (formadores de La Dinamo). Así, resaltó “su colaboración desde el primer año y su presencia estable con Escuela La Dinamo desde la segunda edición”. Y también, que esperaba «continuase largo tiempo, con esta propuesta de Teatro Encuentro que permite hacer barrio en y desde el espacio público”.
Domingo con una propuesta de intervención teatral
Ayer domingo pasamos a una propuesta teatral de sala. Por la tarde, la cita era en Mínima Espacio Escénico. Allí vimos «Gabi, Gabriel o Gabriela» que, además, que hacía su estreno absoluto. Con texto y dirección de Patricia Gomendio, sobre el escenario estuvo ella misma, junto Asier Oyarzabal y Raquel Cabestrero. Además de la música en directo (de guitarra), a cargo de Rick Brendan.
En relación a los aspectos artísticos, de nuevo Patricia presenta una propuesta sencilla. Así, juega con un vestuario de uniformes de colegio, en el que el elenco tan pronto lleva falda como pantalón corto. Además, sin escenografía alguna, más que unos libros (que hacen de diccionarios) y un espejo. Y, de nuevo, utilizando como espacio escénico todo lo disponible, más allá del escenario.
Con esta imagen, nos plantean la narración (a dos voces) de una excelente historia ocurrida en un instituto, con anotaciones en diccionarios y situaciones de acoso. Esto se intercala con monólogos sobre lo que el personaje siente y otros sobre lo que piensa de lo que ocurre. Así, el texto sigue en la línea del planteado en «Señales en el patio» (la obra que vi en el ConVivencias 2016), en la que combina varias artes escénicas, bajo el paraguas del Teatro.
La intervención social detrás del teatro
Dicho esto, el tema social de la propuesta tiene una chicha interesante. De base, está concebida para educar en diversidad y prevenir comportamientos relacionados con el acoso escolar LGTBI+. Esto ya se ve reflejado en el título, que cobra mucho más sentido según trascurre la obra. Todo el rato el público siente la duda de si el personaje protagonista es chico o chica. También, si es homosexual o heterosexual. Incluso si era un caso de transexualidad (y, de ser así, en qué dirección era). En definitiva, una duda constante en torno a 2 variables: la identidad de género y la orientación sexual.
Partiendo de esto, se puede decir que «Gabi, Gabriel o Gabriela» se presentó como una propuesta potente y arriesgada que deja muchas preguntas en el aire. Pero eso incita al dialogo en torno a la identidad de género y sexual. Un diálogo que, me atrevo a decir, puede generar controversias. Hecho que considero pondría de manifiesto la consecución del objetivo de transformación social.
Por todo esto, me quedo con que te hace plantearte la necesidad que tenemos de clasificarnos para sentirnos incluidos. Así como cuestiona las etiquetas en los aspectos comentados. Pero, con ello, acaba poniendo en valor el respeto a la diversidad, en toda su amplitud, porque TODAS somos personas.
Aún queda una semana…
Por mi parte, me despido de la edición de este año. Por temas de trabajo, me será casi imposible pasarme por algunas de las propuestas que quedan esta semana. Y si lo hago, ya lo haré como público (que también viene bien disfrutarlo desde ese rol). Por eso te digo: si tienes tiempo, no dejes pasar la oportunidad de seguir viendo Teatro Social diverso y potente, Teatro Social del bueno. Aún quedan muchas citas durante toda esta semana para ello.
P.D. Sí, he puesto TODAS. Porque personas es un término femenino. Y es el que me resulta más adecuado si queremos modificar el lenguaje que incluya a ambos géneros.