Arrancó el II Festival de Teatro Social «Con-Vivencias». A partir de ahora, afronta 1 semana y media con más de 30 actividades, en más de 10 espacios, con los que poder disfrutar de un Teatro con un claro objetivo y componente social. Una oportunidad de reflexionar, dialogar, debatir sobre diferentes problemáticas sociales, desde un lugar en el que arte enciende la mecha.
Primeros acordes del Festival
La inauguración del Festival se celebró ayer en «El Umbral de Primavera», un espacio teatral del barrio de Lavapiés que, en esta edición, alberga el mayor número de eventos. Además de la inauguración y actuación posterior de ayer, la rueda de prensa se celebró en su empedrado y luminoso ambigú. Y a partir de hoy habrá 5 propuestas a las que acudir.
Ante este hecho, podemos considerar a «El Umbral de Primavera» uno de los principales apoyos de este Festival. Sobre ello hablé con Viviana López (una de sus gestoras), que ante el porqué de esta circunstancia me comentó que «en la primera experiencia, con sus aciertos e inconvenientes, me pareció una iniciativa maravillosa en la que conocí espectáculos y compañías que, de otra manera no hubiera llegado a ellos». Además, destacó que apoya este evento porque «este festival aporta poner énfasis y en valor el aspecto social del Teatro, en un barrio que tiene mucho de social por su gran diversidad cultural».
En la inauguración pudimos disfrutar de la actuación musical de Aritta Mitten, cantante peruana afincada en Madrid. Su música, que ella misma define como «activista-feminista», puso los primeros acordes queriendo mostrar la fuerza y el poder de la palabra para construir nuevos discursos y realidades sociales.
Decir que el nivel asistencia fue buena, aspecto que me alegró. Un festival tan específico como este, de un tema tan poco conocido aún, resulta complicado movilizar una gran masa de público. Entre ellos, me encontré con Jorge, colega trabajador social, al que conocía de otros eventos de Orbita Diversa. Y aproveché para preguntarle porqué le parecía interesante un Festival como este y qué le movía a asistir. A esto me comentó que acude porque le atraen los espacios, personas y propuestas diferentes. A lo que añadió que consideraba «que se mueve algo muy importante: valores de empoderamiento de la diversidad, de los colectivos más vulnerables y menos visibles».
Y el Teatro Social entró en acción…
Tras el concierto, llegó el turno de la primera propuesta escénica. Para ello tuvimos la oportunidad de ver «Señales en escena», una intervención teatral para detectar y prevenir comportamientos relacionados con el acoso escolar.
Sobre ella comentar varias cosas. Primero, que es una propuesta que, por primera vez, salía de su contexto habitual, los centros, espacios y eventos educativos. En palabras de Matteo Ricci (uno de los organizadores del Festival) esta obra «encaja perfectamente con el espíritu de Orbita Diversa, porque el tema del acoso escolar va a la raíz del prejuicio y todo tipo de prejuicio, trabajando la diversidad de forma integral. Además, por otro lado, trabaja con todas las personas porque todos estamos implicados y cada cuál tiene un papel dentro de la dinámica de los prejuicios».
Teniendo en cuenta estas palabras, puedo decir que no defraudó. Desde la visión artística resulta una propuesta potente e impactante, en el que se van entrelazando momentos narrativos con escenas teatrales y monólogo/diálogo desde la propia voz. Una obra que rompe completamente el espacio escénico y su separación con el público, jugando en muchos momentos a actuar integrado entre este, entrando y saliendo de la cuarta pared. Además, relata una historia que atrapa fácilmente, al ser reconocible por cualquier persona.
Desde esto último es donde me surge la visión social. La obra plantea unos personajes y una historia en la que, cada cual, desde su experiencia y situación actual se puede identificar y ubicar fácilmente. Y es esta variedad de prismas, uno de los aspectos que busca resaltar el texto de la obra. Así, uno puede identificar, entender y comprender (hasta posicionarse incluso) desde el acosador hasta el acosado, pasando por el padre/madre o el «cómplice» del acoso. Desde ahí, cada persona se identifica con un rol (o varios) y se ve interpelado a cuestionarse ¿qué podría hacer yo para cambiar esta realidad?
En resumen, es una obra que permite identificar y poner frente a los ojos momentos y situaciones de bullying. De esta manera consiguen que estos pasen a la consciencia, lo que implica mayor control y posibilidades a la hora de querer resolverlos. Es por eso que la denominación de intervención teatral es más que oportuna. Incluso, diría que es una INTERVENCIÓN TEATRAL con mayúsculas, porque consigue poner las señales del acoso escolar en escena, activando el triple eje: razón, emoción e impulso.
Poco más que decir…
Con todo lo contado, considero que poco más podría reflexionar o aportar. También porque me gustaría que cada cuál sacase sus propias reflexiones. Pero si aportaré mis conclusiones de cada actividad. Sobre la actuación de Aritta, decir que fue sencilla en escena pero potente en sus palabras, movió el cuerpo y las emociones y removió conciencias e ideas. Demostró que la música es un arma que, utilizada a nuestro favor, puede hacer llegar más fácilmente mensajes positivos, alternativos y transformadores.
Con respecto a la propuesta teatral, por una parte me cuesta poner más palabras, porque las emociones que me provocó como espectador/ciudadano me encogieron el corazón. Tanto fue así que, en conversación posterior con Patricia Gomendio (creadora de la obra), se me acabaron saltando unas cuantas lágrimas. Pero, por otra parte, el Trabajo Social que me corre por las venas me llevaría a escribir muchas más líneas (y espero que en un futuro no muy lejano lleguen). Por eso me quedaré con la idea de que es de esas propuestas que sacan tanto partido al aspecto artístico, a su potencialidad, que sales de la sala con la sensación de haber recibido un bofetón de realidad. Y, a la par, unos impulsos irreflenable de luchar contra esa injusticia social.