El Teatro puede estar al servicio de las clases oprimidas para que estas se expresen, para darlas voz, y así romper el monopolio del discurso por las clases dominantes. Así de rotundo y directo se muestra Augusto Boal al defender el Teatro como un arma que debe pertenecer y ser utilizada por el pueblo. Y es que Boal entiende el teatro como un lenguaje apto para ser utilizado por cualquier persona, tenga o no aptitudes artísticas.
Sobre el Teatro del Oprimido
En mi 4ª parte de artículos sobre el Teatro Social en Latinoamérica pretendo hacer una puesta en situación de la vertiente de Teatro Social que considero tiene mayor potencial y ha tenido mayor repercusión mundial. Esta es el Teatro del Oprimido, creada por Augusto Boal, nacida del encuentro entre el Teatro Popular (en el que el trabajaba) y la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire.
Boal desarrolló el Teatro del Oprimido durante su exilio político desde 1971 hasta 1986. Residió en este periodo en países de América Latina (Argentina y Perú, sobre todo) y Europa (Francia, Portugal, Inglaterra…), con algún pequeño periodo en África. Donde pasó más tiempo fue en Francia y allí fundó, en 1979, el Centre de Théâtre de l’Opprimé de París. Este fue el primer centro de trabajo especializado en su metodología y que, posteriormente, provocó la creación de más centros idénticos en otros países.
El segundo Centro de Teatro del Oprimido en importancia es el CTO Rio de Janeiro (creado en 1986). Como comentan Baraúna y Motos (2009)2, este tiene por objeto formar grupos populares para que a través de técnicas teatrales, puedan debatir y proponer soluciones a los problemas con los que se enfrentan en su medio social. También ofrece asesoramiento a otras organizaciones que tienen intención de utilizar el teatro como instrumento pedagógico y dinamizador social. Resaltar que este espacio desarrolla proyectos en el área de educación, salud mental, sistemas de prisión, movimientos sociales o comunidades, entre otros, y que está presente en todo el país.
Algunos detalles del trabajo de Boal
Una demostración de la gran repercusión del trabajo de Boal, es que ha tenido reconocimiento internacional con diversos premios de universidades e institutos teatrales, destacando el de “Embajador Mundial del Teatro” otorgado por la UNESCO en marzo de 2009. Incluso en España también recibió un premio, el Premi d’Honor de l’Institut del Teatre de Barcelona en 1998.
Por otra parte, tiene multitud de publicaciones (algunas traducidas a más de 25 idiomas), tanto sobre la teoría y práctica de su teatro como obras teatrales creadas para tal fin. Su obra más destacada es Teatro del Oprimido, donde desarrolla los principios y las bases de su método teatral. Todo esto se visualiza en el Árbol del Teatro del Oprimido, que desarrolló para tal fin.
Para entender el planteamiento de Boal, hace falta empezar por la base, la Poética del oprimido (con la que critica al Teatro Aristotélico y el posterior Bertolt Brecht) y tener presente su principal objetivo, convertir al espectador (ser pasivo) en actor (sujeto activo y transformador). Para ello me remito a su propia explicación:
Aristóteles propone una poética en la que el espectador delega poderes en el personaje para que éste actúe y piense en su lugar; Brecht propone una poética en la que el espectador delega poderes en el personaje para que actúe en su lugar, pero se reserva el derecho de pensar por si mismo, muchas veces en oposición al personaje. En el primer caso se produce una «catarsis»; en el segundo una «concienciación».
Lo que propone la Poética del oprimido es la acción misma: el espectador no delega poderes en el personaje ni para que piense ni para que actué en su lugar; al contrario, él mismo asume su papel protagónico, cambia la acción dramática, ensaya soluciones, debate proyectos de cambio. En resumen, se estrena para la acción real.
Concluyendo…
En conclusión, el Teatro del Oprimido es una herramienta de largo recorrido que aún sigue muy vigente en muchos países del mundo, a pesar de su escasa visibilización en muchos casos. Pero, personalmente abogo por ella por todo el potencial creativo, de lucha y cambio social que tiene. Y es que, como el mismo Boal dice, al defender la Poética del oprimido: “puede ser que el teatro no sea revolucionario en si mismo pero, en este caso, seguramente es un «ensayo» de la revolución”.
P.D. 1 En la siguiente parte hablaré más en profundidad de la relación del Teatro del Oprimido de Boal con el Trabajo Social.
P.D. 2 Referencias bibliográficas:
- Baraúna, T. y Motos, T. (2009). De Freire a Boal. (1ª edición). Ciudad Real: Ñaque Editora.
- Boal, A. (2009). Teatro del Oprimido. (1ª edición). Barcelona: Alba Editorial.