Sí, soy trabajador social y cobro por mi trabajo. Si, y lo hago ejerciendo la labor desde un «ejercicio libre», trabajando desde lo privado. Porque en eso consiste para cualquier profesional, cobrar por el trabajo que realiza, por los servicios que ofrece. Y en mi caso no iba a ser menos, porque cualquiera trabajador social también cobra por ello… Aunque sus usuarios no lo paguen.
Un dilema a resolver
Ejercer como profesional freelance del Trabajo Social conlleva, en ocasiones, enfrentarse a un dilema en cuanto a la relación con el dinero. Bien es cierto que el ejercicio profesional en nuestro ámbito está relacionado con la ayuda y las personas con escasos recursos (me refiero a económicos en este caso). Y esa es la imagen impregnada en la sociedad, por lo que relacionar Trabajo Social y dinero a veces choca de partida cuando se plantea.
Este choque es necesario romperlo. No solo de cara al exterior, sino interiormente. Porque puedo decir que, en ocasiones, propios colegas han planteado sus dudas ante este aspecto. Sobre todo al realizar una labor desde el sector privado. Incluso he llegado a escuchar comentarios de rechazo y negación absoluta. En definitiva, es un tema que llega a generar sarpullidos y levanta ampollas.
Pero esta afirmación yo la encuentro confusa y equivocada. Tenemos que aceptar 2 cosas: primero, que estamos realizando un servicio profesional (y no una ayuda personal), por mucha vocación que tengamos. Segundo, que siempre hay un pago por los servicios de Trabajo Social. Lo único que, en la mayoría de los casos no es el usuario directo quién lo hace… O si.
Siempre hay un pagador
Como decía, siempre hay un pagador del servicio. En el caso del Sistema Público de Servicios Sociales quien paga es la Administración Pública. El profesional que está atendiendo a una familia sin recursos económicos, dentro de esta estructura, también cobra por su trabajo. Y, además, realmente esa persona que tiene delante también ha pagado una parte. Quizá ínfima y no de manera directa, pero lo ha hecho a través de los impuestos.
Ese personal funcionario, a final de mes, recibe un salario por parte de la administración correspondiente. Ese salario, es el cobro por realizar su trabajo, por la atención a esas personas. Así que, al fin y al cabo esta cobrando por realizar su labor profesional, no por ayudar (en su sentido más amplio) a otras personas. Lo único, que nuestra labor consiste en eso mismo.
Este aspecto de relacionar la ayuda sólo a exclusión social es el que genera confusión a mi parecer. Pero pensemos que todas las personas, en algún momento de nuestra vida, necesitamos ayuda profesional en algún aspecto, y no siempre tiene que ver con lo económico y estaremos en una situación de exclusión. Y ahí es donde el Trabajo Social tiene un campo amplio de actuación para ejercer desde el sector privado. Y se amplia aún más si pensamos ya en los grupos o comunidades.
Hasta aquí hablamos del personal funcionario. ¿Pero y los profesionales del tercer sector, de las asociaciones y fundaciones? Pues ídem. Porque pasa que muchas de ellas dependen en gran cantidad de subvenciones, convenios o contratos con la administración pública. Y de ello es de lo que cobra el profesional.
Cobramos por el servicio que damos
Partiendo de esta última cuestión y respuesta, me surge otra pregunta: ¿acaso no podríamos asimilar lo que hace la Administración Pública en ese sentido, con el outsourcing (la externalización) que hace una empresa? Al fin y al cabo ¿no esta apoyándose en entidades externas para cubrir servicios concretos?
Ante estas preguntas mi respuesta es sí. De hecho es a lo que me dedico. Y por eso cobro por ello. Porque es la empresa quien me paga. De hecho, si surgiera una sinergia de trabajo con una entidad privada, esta no pudiera pagarme y el objetivo fuera atender gente con escasos recursos le diría que reclamásemos a la administración subvención o similar. O, por qué no, financiación empresarial a través de las RSC.
Todo esto no quita que un usuario pague de manera directa por los servicios. De hecho, si tiene recursos económicos me parece justo y lógico. Porque, primero, si no tuviera recursos le diría que fuese a Servicios Sociales (sobre todo si es algo relacionado con un derecho reclamable). Y, segundo, ¿alguien se imagina a Florentino Perez o Ana Patricia Botín acudiendo a Servicios Sociales para que le tramiten la dependencia de un familiar?
Por último, mencionar algo concreto con lo expuesto anteriormente. Si una persona sin recursos necesita ayuda y no es un derecho, haría lo mismo. El trabajador social de Servicios Sociales quizá le derive a una entidad que le cubra la necesidad. Ese simple proceso requiere una atención, un tiempo y unos recursos dentro del horario laboral del TS.
Ese proceso, aunque se haga por cuenta propia (privado), y en un horario poco habitual (jugando con la flexibilidad de ser freelance), también tenemos el “derecho” de cobrar ese trabajo. Y, sobre todo, el deber de hacerlo. Para poner en valor que somos profesionales de nuestra labor y ofrezco un servicio de calidad.
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