Los Reyes Magos, hoy en día, no vienen de Oriente… vienen del centro comercial. Cada vez hay más motivos para decir que han cambiado su origen, dentro del sistema económico en el que nos hemos visto inmersos. Sólo hace falta responderse a esta pregunta para corroborarlo: ¿si quiero ir con un niño a ver a los Reyes Magos, donde suelen estar?. Y es que, al fin y al cabo, el consumismo ha ido invadiendo esta tradición que, estando o no de acuerdo, era mucho más noble, humilde y sencilla.
Hoy me pongo reflexivo y me meto en camisas de once varas. Me ha dado por ahí. Quería evitar esta época navideña plasmar algún tema con el que no estoy muy de acuerdo y que me hace pensar mucho… pero al final no he podido evitarlo. Ver imagenes y mensajes por las redes sociales sobre este “día mágico” me ha hecho poner mis dedos en marcha y escribir.
Sobre la celebración
Primero de todo, decir que no seré yo quien proponga eliminar este día (y su celebración) del calendario. Me gusta ver a los niños disfrutar e ilusionarse. Pero se me remueven demasiadas cosas. La primera de todas es que un día de tradición católica incluso ha acabado conquistando los corazones ateos, laicos. Y digo corazones, y no mentes, porque ahí es donde recurrimos para hablar del día, desde las emociones.
Ante esto, el marketing no ha sido tonto y ha sabido utilizarlo a su favor. Las campañas de juguetes nos muestran a niños alegres, felices, contentos, recibiendo sus juguetes. Estas imágenes tienen como mensaje de fondo: “si quieres ver a tus niños así, cómprale (juguetes)”. Y encima ahora, que nos estamos americanizando cada vez más, ya no es un día… sino dos. Estoy seguro que hay casas donde regalan por Papa Noel para no tener jaleos en casa.
¿Qué implicaciones tiene este día?
Con el mensaje calando en las mentes (y corazones, no nos olvidemos) de la sociedad, han hecho aparecer frases como: “pórtate bien que sino los Reyes Magos/Papa Noel no te traerán regalos”. Cada vez que escucho esta frase se me revuelven las tripas. Porque, que yo sepa los Reyes Magos no le llevaron regalos a Jesús por su buen comportamiento. Pero es que esta sociedad consumista ha terminado convirtiendo un día de regalos “sin motivo”, en un día más en el que comprar el cariño y el buen comportamiento de nuestros pequeños.
Por otra parte, el tema de la ilusión de los niños gracias a la fantasía de que unos Reyes Magos les traen regalos. Pues yo considero esto muy peligroso porque, las fantasías no nos hacen bien a nadie, sobre todo cuando provocan vivir en ellas continuamente, que no te enseñan a afrontar la realidad. Y así nos pasa, que muchos niños y niñas crecen y no saben afrontar los problemas de la vida diaria por lo excesivamente edulcorada (fantasiosa) que les hemos vendido la realidad.
Esto último que digo podría parecer que va en mi contra como amante de los cuentos y narrador que soy. Pero no, nada más alejado de la realidad. Porque los cuentos se encuentran en un mundo de ficción e imaginación, y sabemos que estamos jugando con ello desde la realidad (por ejemplo, sabemos que los animales no hablan, pero aceptamos el juego de que hablen). Y estos cuentos tienen muchos mensajes y hay algunos que tratan temas muy «malos y jodidos» (por ejemplo, hay álbumes ilustrados, que hablan sobre la muerte o sobre la Segunda Guerra Mundial).
Concluyendo las reflexiones…
Por último, el tema de lo que se regala ahora. No tengo datos (ni los pienso buscar, ahora entenderéis porque), pero cada vez es más común que esten presentes la tecnología, juguetes más sofisticados, juguetes que “fomentan la individualidad”… Y me pregunto ¿donde quedó regalar un trozo de carbón dulce en un día como hoy? ¿O lo de regalar objetos sencillos con los que poder jugar imaginando juegos con otros? Esto me recuerda al anuncio de “¡Un palo!”… ¿porque nos gustaba tanto? ¿quizá porque nos recordaba nuestra infancia de alegrarnos con un regalo tan simple como ese?
En definitiva, que yo apuesto porque los niños jueguen, se ilusionen, disfruten, sonrían, sean felices… Pero apuesto por ello todos los días del año, en cualquier momento y oportunidad. Apuesto por ello aprovechando esos 10 min. que un padre/madre puede compartir con su hijo mientras le lleva al colegio. Apuesto por ello en el momento previo a irse a domir, compartiendo/contando un cuento. Apuesto por ello jugando en el momento del baño (vale, sólo de vez en cuando que se pone todo perdido). Apuesto por ello en todos esos momentos porque el mejor regalo que podemos dar (y que más enseña) a un niño pequeño es disfrutar junto a él.
[Imagen destacada: Viñeta «El Petardo». Fuente: El blog Imperfecto]
Pienso que es una reflexión muy buena 🙂