Reconozco que desde el «estallido» del 15M la Política es un tema de mucha importancia en mis conversaciones. Tanto es el caso que los debates con grupos de amigos y amigas en torno a este tema han aumentado Y es inevitable que, en muchas ocasiones, mis conversaciones tengan tintes políticos y/o acabe hablando sobre esto. Pero ¿esto es habitual? ¿Estamos acostumbrados a hablar de política en España?.
Mi consideración oportuna a estas preguntas es que no, por desgracia. Todavía sigue siendo un tema bastante «tabú» en determinadas situaciones, porque nos sigue dando la impresión que no nos dejan disfrutar de ciertos momentos. En relación a esto, un compañero de la Asamblea Leganes 15M, Fernando Aznar Colgado (ya publique otra reflexión suya), hace una genial reflexión que comparto con vosotros:
Sucede que, en una conversación de amigos, todos charlan afablemente hasta que uno de los conversantes afirma:
– ¿Sabéis qué? 2+2 son 5.
En ese momento alguien de forma bienintencionada le corregirá y todos estarán de acuerdo en hacerlo. Le explicarán cual es el motivo de su error para, si el mismo continúa en su argumento, llegar a la conclusión de que el contertulio es claramente ignorante, al menos en lo relativo a operaciones elementales como la suma. Si finalmente los conversantes se dan cuenta de que quién enunciaba la sentencia errónea, era perfectamente conocedor de lo falso de su argumento, todos ellos, sin excepción, convendrán que el mismo es un mentiroso, ya que trata a sabiendas de inducir a error al resto.
Extrapolemos, imaginemos la misma situación, las mismas personas conversando, en algún momento una de ellas afirma:
– Pues te puede parecer bien o mal, pero privatizar la Sanidad mejorará su gestión. Además, será mucho más eficiente y funcionará mejor.
En ese momento unos callarán, otros mirarán para otro lado, y lo mismo algún despistado se decidirá a responder. En ese momento, se iniciará seguramente una conversación en la que se enuncie un argumentario tipo que incluya, entre otras, afirmaciones como ésta: «los inmigrantes abusan de nuestra Sanidad», «no podemos seguir viviendo como vivíamos», o «La Sanidad Pública no es sostenible».
Y hay dos opciones, que todos callen y que la cosa quede ahí, o que la conversación continúe. En ese momento, y si se prevee ya no una discusión, sino algún mínimo intercambio de argumentaciones, alguien dirá:
– «Bueno chicos, dejemos ya la política. En la mesa no se habla de política» (o «en el trabajo no se habla de política», «entre amigos no se habla de política», «con la familia no se habla de política»)
¿Te suena?.
A diario tenemos que leer en los diarios o ver en las televisiones, a señores feos que repiten machaconamente afirmaciones sin ningún tipo de razonamiento, en la mayoría de los casos falsas, y ciertamente da mucha rabia no poder siquiera poder rebatir sus falacias.
Ahora bien, a diario, en la vida real, con amigos, compañeros, con cualquier persona debemos ejercitar nuestra posibilidad de respuesta.
Y evidentemente debemos tener la máxima tolerancia con el intercambio de argumentos, y hemos de estar dispuestos a ser corregidos en algún momento por los demás. Pero también creo que, cada vez tenemos que tener menor tolerancia con la ignorancia consentida, y ninguna con la mentira en forma de argumentario político.
Existe una excesiva tolerancia con la ignorancia y con la mentira, se oyen mentiras a diario, cien veces repetidas y no somos capaces de darles la contestación que merecen.
Quizá sea por no hablar de política en el curro, ni con amigos, ni con la familia. Quizá sea porque aquello de ser políticamente correctos en nuestro país se traduce en «oír, ver y votar (cada 4 años, claro)». Quizá sea por no corregir a quién habla con una ignorancia excesivamente valiente de algo que desconoce y de lo que no se ha informado, quizá sea por no callarles la boca a aquellos que mienten insultando a nuestra inteligencia pero que después huyen cobardes del debate con eso de «venga chicos, dejemos la política».
Pues mira, yo la Política no la dejo, creo que ninguno debemos dejarla, que la dejen quiénes mienten y manipulan. Oye, que la dejen quiénes no la respetan.
Fernando Aznar Colgado
¿A quién no le ha pasado eso? Yo misma, muchas veces he sido el personaje políticamente correcto.Y otras muchas, el tomado como ignorante por no querer rebatir a un mentiroso, por lo que directamente, te atribuye el letrerito de «a ésta se la cuelo yo como quiero». Pero Israel, antes de hablar de política, o quizá a la vez, deberíamos aprender a debatir, a rebatir y a discutir, sin intentar imponer nuestra postura. A respetar, en definitiva. Yo más que mentirosos o ignorantes, encuentro irrespetuosos. Entre los anteriores, y entre los honestos o conocedores también. Con esos es con los… LEER MÁS >