Ser padre y autónomo son conceptos que, de forma innegable, se condicionan. Es muy probable que te replantees tu realidad profesional por ese hecho tan importante de tu vida personal. Y, con una situación rara, extraña, inesperada y desconcertante como la que estamos viviendo, mucho más aún. Al menos eso me ha pasado a mí.
Cambiando la idea de tema del post
Un mes después (y unos días más), seguimos confinados. En marzo, mi post no tuve dudas que iba dedicado a reivindicar el Trabajo Social en emergencias (coincidiendo con el Día del Trabajo Social). En ese momento, cuatro días antes, se acababa de declarar el estado de alarma y comenzar esta situación.
Desde aquello, los Servicios Sociales han sido declarados servicio esencial (y nuestra profesión de forma indirecta). Se ha generado mucha documentación en el Consejo y Colegios de Trabajo social. También se han publicado artículos en medios importantes sobre nuestro papel. Y compañeros y compañeras de la BlogoTSfera han escrito buenos post relacionados. (al final del post os dejo enlaces de interés)
Con todo esto, venía dando vueltas a escribir un post que continuase con el tema del anterior. Pero pensé que poco puedo aportar realmente a todo lo escrito. Y, además, no me terminaba de apetecer y motivar. Porque, sobre todo, no era el tema que a mí me estaba tocando y removiendo en estos días raros que estamos viviendo.
El comienzo de mi incertidumbre profesional
El tema que me estaba tocando y removiendo es que en agosto voy a ser padre (esperemos que todo vaya según lo previsto). Sumaremos una persona más a la familia que ya formamos mi pareja y yo.
Cuando confirmamos la noticia a finales del año pasado, afrontaba un inicio de 2020 no sin ciertas complicaciones en lo profesional. La estabilidad laboral y económica, siendo autónomo y trabajando por proyectos es algo que siempre está ahí. Pero es que no había surgido demasiado trabajo. Y con la buena nueva me preocupaba más. Porque no sabía si sería posible mantener lo de ser padre y autónomo. Por ello, que se puso sobre la mesa la necesidad de tomar nuevas decisiones laborales.
Me decidí a buscar trabajo. Pero claro, me condicionaba que tenía algunos pequeños proyectos cerrados. Por lo que tenía que ser algo que pudiera compatibilizar y que, fuese por las mañanas. O plantear mi situación en una entrevista y que me dieran posibilidades de flexibilizar.
Esa búsqueda se puso en marcha (y bueno, sigue todavía… #ahílodejo). Lo primero que hice fue actualizar mi curriculum . Empecé a estar más al tanto de las ofertas en portales de Internet. Y empecé a mover contactos pasados. Para ver si terminaban de nacer unos proyectos más estables y a largo plazo, que estaban en barbecho desde hacía algo más de un año.
Igualmente, me planteé la necesidad de alternativas, incluso más allá de la intervención social (era lo que buscaba en principio). Ahí apareció la propuesta de trabajar de comercial. Fue de parte de la empresa de un buen amigo (PIDA Business). Concretamente en una campaña para ofrecer solución de desfibriladores a las clínicas dentales, ya que estarían obligadas a tenerlo a partir de principios de mayo (por reglamento de la Comunidad de Madrid).
Y llegó la situación inesperada
Esta propuesta no entraba en mis planes, pero la acepté. Pensé que contaba con un factor a favor, ya que no había que generar la necesidad. Además, busqué darle mí enfoque. Por una parte, pensando en que era una oportunidad de aprender más a “vender tus proyectos” (algo útil para cualquier emprendedor). Y, por otra, que este producto también podía tener una mirada desde lo social.
Finalmente, durante todo febrero (y primera semana de marzo) estuve visitando muchas clínicas (casi 350). Algunas con cita concertada y la mayoría a puerta fría. Obtuve ciertos resultados satisfactorios en cuanto a solicitudes de presupuestos. Pero el reporte económico dependía de la contratación final (es lo que tiene el trabajo de comercial), aunque si tenía mis estimaciones de cuánto podría ingresar.
Pero llegó la emergencia sanitaria y todo se trastocó por completo. Con el cierre de colegios, se cancelaron los pocos proyectos que tenía. Se paralizó uno más potente en el que estaba trabajando, que se ejecutaría en abril y mayo. Y las clínicas pararon su actividad, lo que estancó la posible contratación. Con este panorama, pasé por la rabia, el cabreo… y el miedo.
Así pasó la primera semana de confinamiento. De fondo, no me podía quitar de la cabeza el futuro que iba a dar a mi hija. Que iba a llegar en una situación mucho más complicada de la esperada. Y sentía una cierta impotencia, que apenas podía hacer nada. Porque es cierto que llegaron las medidas económicas para autónomos. Pero el horizonte laboral se presentaba muy largo para los sectores en los que trabajo (en estas fechas se está confirmando). Y no podía plantearme aprovechar las posibles contrataciones en lo social, porque era poner en riesgo de contagio a mi pareja embarazada.
El foco en mi futura paternidad
Pasaron los días. Las aguas se fueron calmando. Al menos en mi interior. Asumí lo que pasaba y decidí que haría todo lo que estaba en mi mano. Pedí la prestación por cese (aún estoy a la espera de respuesta). Además, me propuse estar al tanto de todo lo que pudiese salir en el futuro. Y me mentalicé que tendría que ir viviendo todo esto a corto plazo, no más de un mes vista.
Ahí fue cuando el foco en mi futura paternidad se multiplicó por mil. Pero, curiosamente, me aportó una cierta tranquilidad. Incluso, hasta esperanza. Sentí que había posibilidades de encaminar la situación. Que, de una u otra manera, conseguiría manejar la incertidumbre. Pero, sobre todo, me sentí muy conectado a esa pequeña que estaba por llegar.
También me di cuenta que hubo cambios importantes en cómo la estaba afrontando. Hasta ese momento estaba viviendo muy al día el embarazo y teníamos planificado para mayo la toma de decisiones (cuando mi pareja tuviera la baja). Pero la situación que estamos viviendo ha trastocado los planes… y mi vivencia.
De pronto, he tenido muchas más ganas de sentir que se movía (lo asumo, me daba cierto reparo). Se ha multiplicado (y adelantado) la motivación por informarme y formarme en el parto respetado, la lactancia materna o la crianza respetuosa. Incluso podría decir que me estoy haciendo un master en carritos de bebé y sillas de coche. En definitiva, en este último mes, con apenas 5 meses en el vientre materno, mi hija se ha convertido en un gran pilar y motor de mí vida.
Un nuevo prisma en mis futuros artículos
Como decía al principio, fue un cambio de tema de lo que planteaba. Pero cuando retomé el blog en enero me propuse seguir la inspiración, la motivación y la emoción a la hora de escribir. Incluso aunque, en principio, fuera algo más personal. Digo en principio porque, como he recordado mientras me surgía escribir este post, los temas personales también puedo enfocarlos desde lo profesional. Es algo que ya hice en el pasado. Y que me he dado cuenta que no quiero dejar de hacer.
Efectivamente, es un tema que me remueve en el plano personal, por supuesto. Pero también en el profesional. Porque esta nueva realidad, que comenzó a finales del año pasado, ha removido todos los pilares de mi vida. Tanto personal como profesional. Porque, al fin y al cabo, ser padre y autónomo no son conceptos incompatibles. Y por eso también me he lanzado a escribir sobre ello
Eso sí, que hable hoy de esto no quiere decir que mi blog vaya a convertirse en un blog sobre paternidad (los hay por montones. Os recomiendo “Papas blogueros”, que agrupa un buen número, como referencia para empezar). De hecho, puedo decir que tengo una diversidad amplia tanto de temas como de tipos de artículos. Y esto me lleva a una certeza.
Dicha certeza es que mi blog ha sido de un profesional freelance, autónomo, emprendedor (y así quiero que siga siendo). De un profesional con un cúmulo de prismas y experiencias con los que mirar, analizar, reflexionar e informar sobre la realidad que le rodea. Y, a partir de ahora, el prisma y la experiencia de ser padre ha llegado para quedarse.
Artículos y documentación de interés sobre Trabajo Social y/o emergencia social:
- Enfermeros que ni siquiera tienen dónde confinarse (El País – 09/04)
- ”Si sobrevivo al coronavirus no sé si sobreviviré a la crisis” (El País – 12/04)
- A tiempo de parar la crisis social (José Manuel Ramiez Navarro, Presidente Asociación Directoras y Gerentes de SS.SS. – El País – 08/04)
- Trabajadores sociales denuncian «denegación» de expedientes de dependientes y retraso de Renta Mínima ante coronavirus (EuropaPress Andalucía – 15/04)
- Trabajadores sociales, el ejército invisible (El Mundo – 18/04)
- Los trabajadores sociales, ante la doble crisis de los que ya estaban en crisis (El País – 14/04)
- Prevén que más de 10 millones de personas necesitarán los Servicios Sociales (elDiario.es – 20/04)
- La pandemia del coronavirus es una oportunidad (blog de Belén Navarro)
- Trabajadores sociales, ¡salgamos del armario! (blog de Belén Navarro)
- Bienes de primera necesidad a cargo de los servicios sociales y de otros ámbitos de actividad (blog de Fernando Fantova)
- Por una alianza estratégica entre los sectores de la vivienda y los servicios sociales para una industria comunitaria de los cuidados (blod de Fernando Fantova)
- Renta social básica de ingresos mínimos vitales para la garantía condicional a la inclusión… (blog de Pedro Celimendiz)
- Carta Foro ServSocial Madrid al Ministerio de Inclusión (por varios miembros del Foro ServSocial Madrid – en torno a la medida del Ingreso Mínimo Vital)
- Blog María José Aguilar (varios artículos bajo el título “#TrabajoSocial en tiempos de pandemia”)
- Servicios Sociales tocados por el coronavirus (blog de Nacho Santás)
- Documentos de interés del Consejo de Trabajo Social (elaborada por el G.E.I.E.S.)
- Cajón de herramientas del Colegio Trabajo Social Madrid (con recursos, legislación, documentos de interés, formación, noticias…)
- Guía de recursos Colegio Trabajo Social Málaga
Gracias Israel por atreverte a hablar desde lo personal y compartir estas vivencias. Te envío mucho ánimo en tus proyectos profesionales, se enfoquen en donde se enfoquen, y por supuesto en esa aventura de la crianza en la que os habéis embarcado. Un abrazo.