Insisto, por si no ha quedado claro: los Servicios Sociales han sido el mal para el Trabajo Social. Sé que esta afirmación puede chocar, resultar poco acertada o incluso asustar. Pero es simplemente un detonante. Un punto de partida para reflexionar más a fondo sobre como la disciplina y la profesión se han visto marcados desde la instauración de las leyes que regulan el sistema público de atención social que conocemos hoy día.
¿Cómo he llegado a este post?
Llevo un tiempo de asueto por estos lares. Por una parte, una vida profesional ajetreada en este último mes que ha necesitado de máximo foco. Por otra, reconozco una falta de inspiración para decidir sobre que escribir.
Con esta circunstancias me planté hace un par de fines de semana en la Facultad de Derecho de la UCM. Allí se realizaban las oposiciones para Trabajo Social y Auxiliar de Servicios Sociales del Ayto. de Madrid. Aunque yo no me presentaba, estuve allí por motivos personales. Y gracias a eso me encontré con un buen puñado de colegas y compañeros de facultad que si se presentaban.
Charlando, quién me conocía más se extrañaba de mi presencia. Por una parte, porque yo siempre he renegado de presentarme (y lo seguiré haciendo). Por otra, por el hecho de tener un camino como autónomo que ya lleva cierto recorrido.
Igualmente, tuve oportunidad de conversar sobre ello. Así fue como me surgió comentar con varias personas mi visión de los Servicios Sociales con respecto a la profesión. Esto es algo que no era la primera vez que trataba. De hecho, lo hablé una semana antes con una colega profesional con la que coincidí en un espacio formativo de Narración Oral. Pero fue en estas en las que terminé estructurando algo mejor mis ideas al respecto. Y me decidí a investigar algo más para asentar mejor mis explicaciones.
¿Por qué esta afirmación?
“Los Servicios Sociales han sido el mal para el Trabajo Social” resulta una afirmación rotunda, contundente y directa. Lo he soltado al inicio y lo vuelvo a soltar aquí, sin parapetos ni eufemismos. Y no he puesto por titular un verbo más brusco por mantener el respeto a una gran cantidad de colegas profesionales.
Dicho esto, primero vaya por delante mi respeto a los Servicios Sociales. Digo más, defensa a ultranza. Aunque tal afirmación no lo pueda parecer, creo que este sistema es indispensable. Como más de una vez se ha apelado desde las instituciones colegiales, debería considerarse el cuarto pilar del Estado del Bienestar. Y por ello debería apostarse mucho más desde el Gobierno central por dar mayor protagonismo a las Políticas Sociales dentro de la estructura ministerial.
Ahora bien, cuando hago la afirmación es por un hecho muy sencillo. El Trabajo Social es mucho más que los Servicios Sociales. Incluso que el sector público o el tercer sector (en el que entran todas las entidades sociales con conciertos o subvenciones de la Administración pública). Quizá pueda parecer obvio, pero es habitual encontrarse esa asimilación.
El Trabajo Social es mucho más que los Servicios Sociales
Así pues, con lo dicho, mi argumentario parte de una idea. El establecimiento de las leyes de Servicios Sociales en España supuso un marco espléndido para el desarrollo de la profesión. Pero también un lastre, porque acapararon el camino. E, incluso, eliminaron parte del camino transitado.
Estas leyes otorgaron derechos a la ciudadanía. Derechos necesarios que centraban su enfoque en el establecimiento de prestaciones económicas y de servicios. Unas prestaciones que había que gestionar desde la intervención individual. Así, la profesión focalizó su desarrollo en lo que denominamos Trabajo Social de Casos. Y, de esta manera, como señala Blanca Girela (1 – p.98), a partir de este momento el Trabajo Social en España se vincula a la trayectoria del Sistema Público de Servicios Sociales.
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Por otra parte, la profesión celebró la llegada de este marco legal porque establecía más y mejor su posición en el sistema. Además, repercutía en las posibilidades de desarrollo laboral. Este hecho, en buena parte, condicionó el enfoque de los estudios de Trabajo Social. Tanto fue así que empezaron a marcar un trazado para que el alumnado acabase trabajando en este espacio profesional.
Este aspecto se refleja en dos aspectos que explica J. Miguel Calvillo (2). Por una parte, en el reconocimiento en 1990, del área de conocimientos del Trabajo Social y Servicios Sociales. Y, por otra, en 1991, con la creación del Departamento de Servicios Sociales de la Universidad Complutense de Madrid.
El pasado del Trabajo Social no fue el sistema público
El asunto es que, hasta ese momento, el Trabajo Social venía de otros caminos y espacios. Como bien indica Jaime Ferreira (3), el primer informe FOESSA cita que en 1962 el sector donde había más asistentas sociales era la empresa privada.
Esto de la denominación es otro aspecto. Hasta hace bien poco (comparado con el recorrido total de la disciplina profesional), se denominaba “Asistentas sociales”. De hecho, la primera escuela, creada en 1932 en Barcelona, se llamó “Escuela de Asistencia Social para la mujer”.
Ahora bien, como concluye Blanca Girela (1 – p. 98) el paso de la asistencia social, a la gestión de los Servicios Sociales, ha supuesto un alto peaje. Sobre todo porque nuestra labor se ha burocratizado en exceso. Y, a la par, se ha ido disipando la auténtica razón de ser del Trabajo Social.
Por otro lado, hasta ese momento, también se realizaba una acción profesional con la ciudadanía. Aunque fuese en ocasiones desde un matiz caritativo, había diversos proyectos que buscaban dinamizar, promover potencialidades y buscaban el cambio social. Unos proyectos desde lo que hoy denominamos Trabajo Social de Grupos o Comunidades.
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Por último cabe mencionar los orígenes mismos de la profesión. Como explica Aurora Castillo (4 – p.75) los problemas socioeconómicos generados en el ámbito laboral fueron los que hicieron surgir la profesión. Y en el seno de la empresa fue dónde comenzó su labor el Trabajo Social. Primero, orientado a la asistencia de la clase trabajadora. Después, promoviendo acciones de carácter preventivo.
Este hecho tuvo gran repercusión en España. De hecho, como explica Jaime Ferreira (3) hubo una época en la que la intervención en la empresa privada era la mayor fuente de empleo para el Trabajo Social. Pero, como señala Aurora Castillo (4 – p.80), la implantación del sistema público hizo reducir los puestos de trabajo en este espacio.
Una mirada amplia para poder seguir creciendo
Para concluir estas reflexiones, me surge resaltar de nuevo la necesidad defender los Servicios Sociales. Que deben existir siempre y cada vez tener mayor protagonismo en el Estado del Bienestar. Tan solo que esto no puede cerrar puertas al desarrollo del Trabajo Social. Que la disciplina profesional tiene muchas más salidas profesionales, posibilidades y recorrido.
Creo además, que es muy importante que haya profesionales que focalicen su atención en los Servicios Sociales. Que reflexionen sobre su funcionamiento y enfoque. Que orienten el camino sobre como repensarlos. Profesionales como Belén Navarro o Pedro Celimendiz (compañeros de BlogoTSfera) para mí son referentes en este aspecto Y es necesario leerlos y tenerlos muy presentes, aunque no desarrollemos nuestra labor en este espacio profesional.
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Ahora bien, también es necesario hacer esa labor desde una mirada amplia. Una mirada que tenga en cuenta como nacimos, de dónde venimos, porque sitios hemos pasado. En definitiva, que no se olvide del pasado, del camino recorrido. Porque solo así conseguiremos que esa mirada incluya todos los posibles espacios profesionales. Y permitiremos que el Trabajo Social siga creciendo a cada paso.
Referencias bibliográficas
(1) Girela, B. (2017). El Trabajo Social y los Servicios Sociales en España: el precio del neoliberalismo. ReiDoCrea (nº 6, p 95 – 104). http://hdl.handle.net/10481/45112
(2) Calvillo, J.M. (2013). Inicios del Trabajo Social en España. Artículo blog Trabajo-Social.es. https://goo.gl/18XKAZ
(3) Ferreira, J. (2016). Del Trabajo Social e IKEA al Trabajo Social en empresa en España, una relación no tan extraña. Artículo Pulse – Linkedin. https://goo.gl/Mdf6mP
(4) Castillo, A. (2010). La evolución del Trabajo Social de empresa. En “El imaginario del Trabajo Social en las tesinas de fin de estudios 1938 – 1983″ (p. 74 – 83). Universidad Complutense de Madrid (Madrid). https://eprints.ucm.es/12263/
[Imagen destacada: elaborada en base al logotipo de la «Marea Naranja». Fuente: CGTS]