¿La dimisión de Màxim Huerta muestra algo de cómo es la sociedad? ¿Qué pasa si analizamos lo ocurrido desde una mirada que traspase lo estrictamente político? ¿Quizá muestra, en parte, la visión social sobre las “segundas oportunidades”? Estas y otras cuestiones relacionadas son las que me han surgido al escuchar comentarios y noticias sobre la dimisión de Màxim Huerta como Ministro de Cultura y Deporte.
Una noticia política que me remueve
Para hablar del asunto mejor hay que empezar por el principio. Porque resulta oportuno reflexionar sobre la repercusión de su nombramiento. Fue peculiar observar cómo, nada más darse la noticia los comentarios sobre su idoneidad se sucedían. Unos y otros daban su opinión sobre si era la persona acertada. Y no hablo solo de personas públicas. Sino que también vi muchas publicaciones en redes de cualquier persona.
Lo que me di cuenta al observarlos era algo curioso. En el mundo de la cultura se recogió con sorpresa, pero con cierto agrado. Y se le daba un voto de confianza. De hecho, en mi círculo más cercano de este ámbito percibí la misma energía. Pero las críticas eran más habituales de otros sectores. Y, especialmente, venían del mundo del periodismo.
No sé a vosotros, pero esto me da que pensar. Que el ámbito del que procedía sea quién más le criticase es para preguntarse las razones. Y no sé a vosotros, pero me da la impresión que sus colegas profesionales han removido rápidamente archivos para sacar algo más que echarle en cara.
¿Había motivos para las críticas y la dimisión de Màxim Huerta?
Tras eso, llegamos a lo ocurrido ayer. Màxim Huerta presenta su dimisión como Ministro de Cultura y Deporte, tras salir la noticia de que entre 2006 y 2008 cometió un fraude fiscal. Una infracción que pagó tras una sentencia que le obligaba a ello, regularizando la situación.
Desde este hecho, me cuestiono varios aspectos del análisis que exigían su dimisión. No voy a ser yo quien niegue la necesidad y la importancia de una coherencia en el Gobierno. Más con el motivo de fondo por el que ha llegado a serlo. De hecho creo que la decisión ha sido correcta. Pero, hay un primer hecho diferente a otros ministros o gobiernos corruptos: él pagó. Y a esto, además, le podríamos añadir el hecho que su fraude no fue estando en un cargo público.
[minti_pullquote align=»right»]Lo de Màxim Huerta con Hacienda no es caso único. No es legal ni me resulta correcto hacerlo. Pero saca a relucir lo complicado que es ser autónomo en el ámbito de la cultura, por la presión fiscal y lo poco beneficios económicamente hablando.[/minti_pullquote]Esto último es algo interesante a comentar. Porque ahora parece un delito grandísimo lo que él hizo. Pero, como ha dicho, era algo habitual en el ámbito artístico y cultural. Quién más y quien menos creaba esas sociedades. O, incluso, asociaciones (si, como os lo cuento). El motivo, algo tan sencillo como que la realidad de ser autónomo en el mundo cultural, en España, no es que sea muy beneficiosa desde el punto de vista fiscal y económico. Y esto me lleva a pensar que, quizá, es oportuno reflexionar sobre qué hacer para que no siga ocurriendo.
A esto hay que agregarle las críticas del inicio. Su pasado periodístico en uno de los considerados «programa basura», así como sus tweets sobre su «odio» al deporte. Fuí el primero que me sorprendió y lo cuestioné. Pero también pensé que ha publicado libros, que ha tenido mucha relación con el mundo cultural o que su pasado en televisión podía ser un punto extra por los actos futuros que tuviera que afrontar. Y por eso le di un voto de confianza y una «segunda oportunidad».
Yo quiero una sociedad con segundas oportunidades
Detrás de todo lo ocurrido, veo un asunto social de fondo: no hay posibilidad de una segunda oportunidad. Porque a Màxim Huerta no se le ha otorgado. Incluso, podríamos considerar, ni siquiera una primera. Y eso a pesar de haber pagado por lo que hizo. Ni a pesar de que todos podemos tener un pasado laboral que “emborrona” algo nuestro currículum. Ni a pesar de que, quién más y quién menos, ha hecho unas declaraciones desafortunadas como un ciudadano «cualquiera».
[minti_pullquote align=»left»]A veces pienso que la sociedad no da tregua. Que cada vez favorece menos las segundas oportunidades. Incluso las primeras. Sobre todo en algunos casos que quizá lo merecen. Y todo por estigmatizar en base a prejuicios.[/minti_pullquote]Por supuesto que habría que ver caso por caso. Además, hablo de segunda oportunidad y no de tercera o consecutivas. Pero con todo lo ocurrido pienso en como el sistema pone muy complicado dar una segunda oportunidad a muchas personas en exclusión. Incluso dar una primera en ocasiones. Y al decir esto pienso en personas que han salido de la cárcel, con discapacidad, con enfermedad mental, sin hogar… por poner algunos ejemplos.
Así pues, concluyendo, creo que una sociedad que no permite esas segundas oportunidades no es una sociedad sana y justa. En la que no hay posibilidad de equivocarse en según qué cosas. Ni hay posibilidad de «perdón» a pesar de asumir, honestamente, haber cometido un error. Y yo, personalmente, quiero poder tener la oportunidad de equivocarme, sabiendo que después alguien me dirá: «tranquilo, no pasa nada, todo está bien».
[Imagen destacada: elaboración en base a imagen portada vídeo noticia «El Periódico». Fuente: Google]