Un emprendedor mucho antes de saber lo que era. Una intuición (acertada) que contradecía los estudios de mercado de las editoriales. Una clara visión de autoeditarse y lanzarse a la aventura. Un libro que consiguió que el Trabajo Social la interesase a todo tipo de gente. Estas son lo que considero puntos clave al conocer más a fondo el lado emprendedor del trabajador social Alejandro R. Robledillo.
Mis diálogos con Alejandro R. Robledillo
La semana pasada publicaba mi crítica de «El libro negro de Philomeno», segundo libro de Alejandro R. Robledillo. En ella hablaba del giro que había dado como artista y que el Trabajo Social había pasado a un segundo plano (aunque seguía presente).
Esto lo resalté porque, con la lectura del libro, pude visualizar a todo un ESCRITOR con mayúsculas. Vi esto más allá del trabajador social con experiencia que pudimos vislumbrar con su primer libro, «De gallegos, tucanes y trabajadores sociales». Sobre todo si consideramos esta obra como un trabajo de sistematización de su práctica profesional.
Por otra parte, también he de confesar que nos une una buena relación de amistad. Hemos compartido momentos en varios eventos y, a pesar de la distancia, mantenemos buenos diálogos (benditos mensajes de audio de Whatsapp) en torno al estado de la profesión o hechos y noticias relacionadas. Incluso, más de una vez hemos abordado reflexiones y debates sobre aspectos teóricos de la disciplina. Y, sobre todo, en lo que concierne al Emprendimiento Social y la relación entre Arte y Trabajo Social.
Compartiendo reflexiones con una entrevista
Partiendo de todo lo anterior, un día pensé que sería interesante para el mundo del Trabajo Social conocer más de su lado emprendedor dentro de un mundo tan alejado como el de la literatura. Consideré que había reflexiones que merecían ser compartidas por este blog, para que más colegas profesionales pudieran conocerlas y debatir sobre ella. Y, como él no se prodiga mucho por el mundo online (más allá de redes sociales), le propuse hacerle una entrevista. A la que, sin más dilación, os doy paso:
Para empezar, me interesa profundizar más en algo que hay detrás de ser escritor: el ser emprendedor. Además, sé que habías tenido ya experiencias. Cuéntanos algo más sobre ellas y de que te sirvieron para esta nueva aventura.
Con este tema me pasó como con el trabajo social, era emprendedor mucho antes de saber que lo era. Mis primeras experiencias van de la mano de lo social. En el instituto era presidente de una asociación estudiantil y me lancé a poner en marcha proyectos sociales. A día de hoy, alguno de esos proyectos sigue en funcionamiento, lo cual dice mucho bueno de ellos.
Esa experiencia fue muy importante para mí, me enseñó a poner en funcionamiento «las cosas» y luego, de una u otra manera, estuve presente en el inicio de multitud de programas y recursos, desde centros de menores a programas con inmigrantes o empresas de ayuda a domicilio. Incluso monté mi propia empresa de trabajo social, la cual mantuve cinco años abierta, hasta que me fichó otra más grande como coordinador. Me encanta la fase inicial de los proyectos, cuando los equipos son nuevos, abunda la ilusión y el esfuerzo.
Lo que más me aportó esa experiencia fue la seguridad. Observo que l@s TS vivimos esclavizados por los papeles, necesitamos tener planificados los programas antes de ponerlos en marcha, conocer las variables, los objetivos e indicadores, y si las cuentas no cuadran, nos desesperamos. Es una lástima que sea eso lo que se enseñe, a depender del visto bueno de otras persona. Yo, como empecé con una metodología muy anárquica, la mantengo y me siento más cómodo que con los esquemáticos modelos.
Así conseguí, por ejemplo, meter a mi empresa, Firma Norte, en un programa de apoyo empresarial. Me senté y les dije que yo la empresa la montaría con o sin su apoyo, pero que toda ayuda es bienvenida. La verdad es que no pensé que me fueran a coger, porque había un montón de «emprendedores» con voluminosos y muy preparados planes de empresa peleando por ese sitio. Pero finalmente me escogieron a mí.
Si fuese por los papeles no existiría ni Google, ni Facebook, ni los ornitorrincos… ni mis libros tendrían éxito, pero la realidad es muy obstinada. Por eso hace falta gente valiente que haga las cosas con el corazón y se olvide de salvavidas.
Con respecto al libro, me comentaste que antes de autopublicarte, tanteaste a editoriales y demás. ¿Cuál era su respuesta ante un «libro de Trabajo Social»?
Respuestas muchas. Todas reconocían la calidad literaria de mi novela, pero, a la vez, los estudios de marketing de las editoriales afirmaban que no había un público potencial para la misma, que nadie se interesaría por una novela de un trabajador social. Yo les insistí mucho en que nuestra profesión se encuentra en un momento apasionante de ebullición, con decenas, por no decir cientos, de páginas, foros, blogs, etc… También había pronosticado que el trabajo social sólo sería el público primario, pero que éste lo daría a conocer al resto de la población. Pero no se fiaban, sus estudios de mercado decían algo distinto a mi intuición. ¡Corazón… hace falta corazón!
Más allá de eso, ¿también enviaste a publicaciones relacionadas con la profesión? ¿Qué acogida tuvieron en este caso?
Por lo general, ni me contestaban, o se limitaban a decirme “no encaja en nuestra línea editorial”.
Pero no guardo ningún rencor, lo comprendo, el mercado está saturado, eso es algo que explica muy bien Philomeno. Sólo en este país se publican 50.000 nuevos títulos al año ¡Es como si cada dos años, todos l@s lucenses publicasen un libro! Piénsalo… ¡es increíble! Y en esa situación hay decenas de miles de autores convencidos de que su libro será un bestseller. ¿Por qué tendrían que haberme tratado distinto?
Es muy iluso pensar que un libro, por bueno que sea, será acogido por las editoriales a la primera de turno, porque nadie sabe cómo reaccionará el mercado ante un autor novel. La estadística te dice que mal, eso es innegable. Lo mejor es hacerlo tú mismo, sin muchas más cuentas que el coste de la primera edición, dejándote guiar por la ilusión. Si funciona, serán las editoriales las que llamen a tu puerta, que esas están más atentas a los libros ya publicados que a los manuscritos.
Además, la búsqueda de editorial tampoco me llevó demasiado tiempo, enseguida tuve claro que lo autoeditaría yo. No soporto “la puerta fría” ni tener que explicar quién soy. De hecho, salvo muy contadas ocasiones, nunca he llamado a un colegio, una facultad o una librería. Si voy a algún sitio es porque alguien se ha molestado en llamarme. Creo que esa debería ser la relación natural, no tengo porque importunar a nadie, ni siquiera a un editor, lo sano es que quien se interese por algo lo busque.
Sabemos que han tenido buena acogida entre todo tipo de público, no solamente el relacionado con el Trabajo Social. Pero, ¿cuál ha sido su feedback? ¿Qué comentarios te han hecho? ¿Qué has visto esté aportando a la profesión?
El feedback es brutal, no existe día que no reciba mensajes o emails de «lector@s». Incluso de vez en cuando me reconocen por la calle, lo cual no deja de ser siempre muy agradable. La mayor parte son colegas de la profesión, pero otro buen numero son, sencillamente, personas a las que les gusta leer y que por una u otra razón han llegado hasta mi obra.
Mi aportación a la profesión es esa, la hice accesible a la gente. Digo más, he convertido el Trabajo Social en algo que interesa a la gente. Y les interesa tanto que incluso pagan para leer sobre ella. Ese es mi mejor indicativo de que estoy aportando algo. Un libro es un lujo caro en estos tiempos, y que la gente se esfuerce y renuncie a otras cosas para leer sobre el Trabajo Social a esta escala, pues creo que algo dice ¿no?
Por último, saber más de algo que anunciabas por Facebook a principios de noviembre: has decidido dar el paso a ser editor. ¿Por qué? ¿Qué planes tienes al respecto? ¿Es un proyecto en el que confluyen tu pasión por la escritura y el Trabajo Social?
Realmente la figura de «autor» se me quedaba corta para el nivel que había adquirido. Necesitaba nuevas herramientas que sólo la categoría de «editor» me permitía manejar. Mi proyecto sigue siendo un proyecto autoeditado, pero después de navidades me lanzo a vender al mercado latinoamericano. Y necesitaba ciertos respaldos legales para lidiar con los temas que supone internacionalizar un producto.
A mayores me quiero lanzar a otra iniciativa empresarial que nada tienen que ver con la literatura, pero sí el Trabajo Social. De esta tendréis noticias, si no me arruino antes por el camino, porque es algo realmente caro… Pero bueno, ese riesgo siempre existe cuando “emprendes”.
Por mi parte nada más, si quieres añadir algo o hacer algún último aporte, este es el momento…
Solo me gustaría animar a la gente a abrir las miras, es un momento apasionante para la profesión. Y las oportunidades no se limitan a ser peritos o mediadores. Faltan personas dispuestas a innovar, a arriesgarse sabiendo que el fracaso, como tal, no existe. Que, al fin y al cabo, solo es una experiencia más que te prepara para el éxito.