Los gurús del cambio personal y social, siempre dicen que sus ideas son revolucionarias. Que pueden transformar la realidad y producir grandes cambios hacia una sociedad mejor y más sana. Pero, ¿cómo es esa transformación? ¿realmente va encaminada a una transformación que tenga como base principios de justicia, igualdad, empoderamiento o autodeterminación? ¿Es un cambio que genera espíritu crítico en las personas o hace perdurar ciertas ideas dañinas del actual sistema?
Cuestionando a los gurús del cambio
Ciertos campos en los que trabajo son espacios dónde es fácil encontrarse gurús. Profesionales de la comunicación verbal, del liderazgo, del desarrollo personal, la motivación… Espacios que yo siempre enfoco desde el Trabajo Social, como más de una vez he defendido por aquí.
Ahora bien, al principio del post, lanzaba varias preguntas sobre como es la transformación que dicen promulgar estos gurús. Y las hago porque tengo la constante impresión con estas personas que lo que hacen es ejercer control para conseguir, únicamente, sus objetivos y beneficios propios.
Aspectos en los que me sustento es como miden las palabras que van a decir. Porque no creáis que dejan nada al azar. Y lo más peculiar es que esas palabras son las exactas para que creas que tu eres libre de tomar la decisión, cuando realmente te han inducido a ello. Y encima lo consiguen sin que te lo cuestiones.
Pero esto no queda ahí. Porque normalmente, las experiencias generadas son tan de «felicidad» y «satisfacción» que hacen a quién las vive sentirse pleno. Por lo que cuando las comparten, ese discurso estará impregnado de esa emoción, logrando convencer a otros que lo sigan. Además que nunca suelen poner en duda los planteamientos, siguiéndolos a rajatabla.
En definitiva, siento constantemente que lo que el gurú hace es manipular las ideas y acciones de la gente. Todo solo para su único y propio beneficio. Y contando todo esto, siempre me digo: ¿esto no se parece demasiado a las sectas o religiones?
¿Qué les falta a estos «superhéroes»?
Lo primero de todo, es que creo que les falta honestidad. Y cuando digo esto incluyo la sinceridad y coherencia con uno mismo. Porque en la mayoría de los casos el objetivo es que compres sus productos o servicios. Pero es habitual que utilicen palabras como «compartir», «regalar» o «ayudar».
Por otra parte, también falta un poco mas de humildad. Y digo humildad sin perder seguridad en lo que piensas. Pero resulta peculiar como estas personas dicen tener «la solución definitiva», haber escrito «el mejor libro» o tener «las herramientas más efectivas». Incluso lo hacen tirando por tierra a aquellos que trataron el tema antes y que han podido ser fuente de inspiración (porque cuestionar un planteamiento también inspira a crear uno nuevo).
Un tercer aspecto, una visión más periférica y realmente de futuro en los procesos de transformación personal y social. Porque estos suelen ofrecer «soluciones inmediatas» y «vivencias únicas e irrepetibles». Y esto acompañado de que sino lo vives (compras) en ese momento, «pierdes la oportunidad».
Por último, me surge decir algo que creo engloba lo anterior. Falta un espíritu de compartir y difundir. De colaborar y cooperar. Porque lo que tienen es más una energía encaminada solo a vender. En definitiva, dejar de hacerlo bonito y espectacular para hacerlo orgánico y con verdad.
¿Y qué hacemos?
Con todo lo contado, creo que he mostrado mi rechazo a los gurús. No niego, incluso, cierto nivel de rabia. Principalmente por un factor: como tiran por tierra la labor de transformación social por la que muchos luchamos y trabajamos cada día. Encima lo consiguen con un espectáculo de apenas 2 horas o con un libro. Y con una gran repercusión.
Claro, visto lo visto es inevitable que me surja la pregunta. Pero he de decir que no sé la respuesta. Porque si la dijese corro el riesgo de convertirme en un gurú. Además que creo que la solución no está solo en mí, sino que tenemos que reflexionar y construir juntos. Y es que, al fin y al cabo, esa es una de las bases de mi filosofía de trabajo. Una de las que considero bases del Trabajo Social.
Con todo esto, solo me queda decir una cosa. Por favor, si en algún momento oís a alguien que se refiere a mí como un gurú, avisadme para decirle que lea este artículo. O lo que es peor, si veis que parezco un gurú o me he convertido en uno de ellos, por favor, abridme los ojos. Y hacedlo recordándome una idea: yo solo soy un simple trabajador social más.
P.D. Lanzo una última reflexión más: quizá podemos extrapolar algunos aspectos al marketing y publicidad. Y ya #nodigomás.
[Imágen destacada: Basada en «Hombre de negocios zen». Descargada de Freepik]
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