Un ejemplo de que Trabajo Social y literatura también se pueden dar la mano. Un libro que cuenta, y no explica, nuestro quehacer profesional. Una historia en el que la disciplina es la protagonista. Una novela muy específica que puede interesar a un público muy amplio. Todo esto digo yo si quiero referirme al libro «De gallegos, tucanes y trabajadores sociales», escrito por Alejandro R. Robledillo.
Mi visión desde el Trabajo Social
A la hora de hablar del libro, como habéis visto, doy especial preponderancia a esta visión. Esto me resulta más que inevitable ya que el libro está escrito por un trabajador social, el protagonista de la historia es trabajador social, el hilo de la historia es el día a día de un trabajador social… Vamos, que emana Trabajo Social por los cuatro costados, ya desde su título.
Me resulta interesante comentar que, antes de lanzarse al público en general yo hacía un tiempo había oído hablar del libro, había visto información por Internet. El asunto es que le había perdido la pista. Pero, la oportunidad de viajar a Santiago de Compostela el año pasado, me permitió conocer a su autor en persona (de “rebote”, todo sea dicho). Y desde ahí, empezar a seguirle más los pasos. Pero, desde el principio, ya había llamado mi atención.
Partiendo de esto, tras leer el libro tuve una sensación: además de haber leído una buena historia, había tenido la oportunidad de leer un ejercicio de sistematización profesional. Esto era por lo que hila la historia, un caso de intervención. Pero, además, en cada capítulo, se van presentando pequeños casos o momentos del trabajo habitual de un profesional del Trabajo Social. Podías ir visualizando y siguiendo desde los procesos más complejos y pormenorizados hasta las tareas más pequeñas, “sencillas” y del día a día. Y todo esto enmarcado en un contexto de trabajo muy poco conocido, el ámbito rural.
Por otra parte, como comentaba, siento que el Trabajo Social es el protagonista de la historia. En este caso no es un mero detalle de uno de los personajes (su profesión) o un escenario de la historia (que dentro de ella visiten Servicios Sociales, por ejemplo). No, en este libro uno puede conocer las tareas propias, las relaciones con otras profesiones y disciplinas o su rol y posición dentro de la estructura de la Admón. Pública. Pero, incluso, podemos vislumbrar la filosofía, valores y principios que hay de fondo en la disciplina, que la sustentan.
En resumen, podríamos decir que es un libro que cuenta el Trabajo Social en vez de explicarlo. Una diferencia que, quizá, puede parecer sutil, pero es realmente importante. Este aspecto implica muchas cosas positivas porque (como bien dicen en un artículo de El País, que leí hace poco), nuestro cerebro se activa de manera diferente cuando contamos una historia que cuando nos limitamos a explicar acontecimientos y hechos. Y es que «las historias consiguen involucrarnos, nos emocionan, desarrollamos una mayor empatía, así como habilidades sociales complejas. Además, consiguen que el mensaje perdure, se entienda mejor e incluso que se esté más dispuesto a actuar».
Mi otra visión, la del contador de historias
Partiendo de esta última reflexión, yo que trabajo con las historias, también es inevitable hacer una valoración más detallada desde el prisma del narrador oral. Y lo realmente interesante es que suma más puntos para referirme a él como un gran libro. Un libro que consigue aunar Trabajo Social y literatura, el resultado de una sinergia en la que se cuenta la ciencia utilizando el arte.
Lo primero a resaltar es la estructura de la historia en sí misma. Yo, que soy una lector más de cuentos que de novelas, me enganchó fácilmente al inicio. Pero, por completo, fue a raíz de llevar leído un tercio aproximadamente (dicen que en este punto es cuando más novelas se abandonan). El tipo de narración utilizada es el que te hace seguir. Arranca potente, presentando el caso que va a hilar todo el libro. Y, una vez presentado, va intercalando pequeños casos, historias o anécdotas que te hacen la lectura amena. Y acaba, por supuesto, cerrando el caso, la historia principal. En definitiva, según lo leía percibía esa «narración fractal» de la que habla Héctor Urién (uno de los narradores con los que me he formado. Y que ha publicado un libro sobre ello).
También resulta importante dar valor a algo que no es tan fácil de conseguir: la utilización del humor. Esta energía está muy presente durante toda la novela. Varias anécdotas en varios capítulos son capaces hasta de sacar la carcajada. Pero, no es solo esto. En la historia está muy presenta la intriga y el misterio, unas veces a favor del humor, otras con el propio sentido de estas. Y si le agregamos personajes cercanos a la par que complejos, que nos resultan «fácilmente identificables» (cada lector estoy seguro visualiza a una persona en cada uno de los que aparecen), pues tenemos una buena mezcla más que agradable al gusto.
Aquí, eso sí, le pongo un pero (no todo iban a ser piropos): el aspecto de diseño y maquetación. Hay momentos en el que considero el texto está algo mal maquetado. Párrafos y partes del texto en el que no se sabe quién está hablando exactamente, siendo necesario releer lo anterior para reubicarte en el orden del diálogo. Aunque, también digo que lo entiendo, teniendo en cuenta que el trabajo ha sido hecho por el propio autor, con escasos apoyo externos y más profesionales en este campo.
¿Por qué y a quién recomiendo este libro?
Con todo lo comentado creo que ya he dado bastantes motivos para recomendar este libro. Lo hago, además, pensando en cualquier persona, no solo profesionales del Trabajo Social (o de la intervención social en general), sino a alguien completamente ajeno, externo, que tiene una vaga idea de nuestra disciplina profesional. Pero hay un par de razones más.
La primera, que este libro consigue llegar a todo tipo de público, con todo lo que ello implica. Que lo lea gente ajena a la profesión o el campo de lo social, permite dar mayor visibilidad al Trabajo Social. Además, ordenarles sus ideas en cuanto a qué es y en qué consiste nuestra disciplina. Y todo gracias a que es una buena historia bien contada, que puede enganchar a un abanico muy amplio de personas.
Por último, y no menos importante, para cualquier profesional de la intervención social (especialmente del Trabajo Social) es muy interesante leerlo por un hecho: lo que te hace reflexionar. Y es que este libro consigue que te lances muchas preguntas. Consigue que te replantees ideas, enfoques y valores sobre la atención de los casos, tu manera de trabajar, la relación profesional-usuario, el trabajo en equipo, la posición de la profesión en la Admón. Pública… Y otras tantas cosas que, cada cual, por su propia experiencia y bagaje, seguro es capaz de sacar.