Una propuesta con la que dinamizar artísticamente el evento. Una acción artística con la que reflexionar sobre nuestra disciplina profesional. Un ejemplo que sirviese para mostrar el arte como herramienta del Trabajo Social. Todo eso significó la dinamización-accion «Susurradores Sociales» que llevé a cabo en el 6º Congreso de Trabajo Social de Madrid.
Para arrancar…
Primero de todo, comentar que este post lo lanzo por 2 razones:
- El compromiso con la organización del Congreso de compartir las conclusiones y respuestas a la pregunta que lanzamos a los asistentes, para que puedan ser tenidas en cuenta en la “memoria” del evento.
- Mi afán de compartir y dar difusión a acciones y técnicas de Teatro Social. Sobre todo, con el fin de que otra mucha gente pueda conocerlo… y replicarlo.
Sí, porque os invito a ello. Os invito a que cojáis lo que os voy a contar y busquéis la manera de utilizarlo, de ponerlo en marcha. Eso sí, os pido una cosa: que citéis las fuentes, de donde surge (no me refiero a mí solo, sino también a aquellas persona que lo utilizaron antes que yo), porque es lo mínimo que se puede hacer por la autoría de una buena y motivadora idea.
Además, en su día, pedí colaboración por Facebook para recopilar unas frases a utilizar en esta propuesta. Y con este post, también busco devolver lo que mucha gente me dio, haciéndoles saber que sus aportaciones tenían un sentido (aunque no todas fuesen utilizadas).
El origen de la propuesta
Para entender la dinamización-acción realizada primero hay que asentar ciertas bases. Contaros que hace casi 1 año tuve la oportunidad de participar en un taller, organizado por La Escuela de Cuentacuentos, impartido por cuenteros y cuenteras de Fundación Mustakis (aprovechando que estaban de gira por España). Allí conocí los susurradores, su origen y el trabajo previo. Incluso hasta nos fuimos a probar al Retiro aprovechando la Feria del Libro.
En el taller nos contaron (y dieron material) que los susurradores fueron creados en 2001 por una compañía francesa, llamada «Les Souffleurs». Estos salían a la calle a recitar poesía a través de un tubo. Esta experiencia llego a los oídos de la narradora argentina Mirta Colángelo, que años después, comenzó a probarla, viendo como los rostros de quién susurraba se encendían. Así, decidió compartir los conocimientos y crear “La banda del susurro”, que se hizo conocida por gran parte de latinoamérica.
Además compartieron una serie de aspectos más «teóricos» a tener muy en cuenta:
- Se conoce al susurrador como el «puente» utilizado para acortar distancias entre imaginarios diferentes.
- Que cuando se susurra hay una complicidad con quién escucha, generando un vínculo afectivo y lúdico con el oyente, convertido por un instante en la persona más importante de entre toda la multitud.
- Además de crear lazos con las personas susurradas, se teje red entre el equipo de susurradores, generando una identidad de grupo, reconociendo al otro desde una mirada de igual a igual.
- Se susurra, se cuenta, desde la propia verdad de cada cual, invitando a crear las propias historias y rogando disfrutar de este acto mágico.
Tras escuchar y conocer todo esto, durante el desarrollo del taller y la práctica, no paré de pensar que era una técnica más de Teatro Social. Su capacidad de impacto, lo simbólico del acto de susurrar al oído entre tanto bullicio y el ritual grupal previo y posterior me daban pie a ello. Desde entonces lo tuve siempre presente, esperando la oportunidad para ponerlo a prueba con el objetivo de intervención social más claro. Y finalmente llegó.
Desgranando los detalles de los «Susurradores Sociales»
Partiendo de los planteamientos comentados, elaboré una idea para el próximo CIFETS (que finalmente también ejecutaré). Pero, al hablar con el Coordinación Técnica del #6CongresoTSMadrid, pensé que era replicable, adaptándola a este evento. Le di una vuelta y me pareció muy oportuna que se hiciese en el momento de la «pausa-café», un espacio «muerto» en el que una acción de este tipo estaba seguro podía funcionar (encajándola como una actividad complementaria)
Así, la propuesta concreta para este evento se desarrollaría de la siguiente manera:
- Entrar al espacio donde ocurriera este descanso, con nuestros susurradores, realizando algunos movimientos pequeños y sencillos, pero muy marcados para llamar la atención.
- Realizar algún pequeño ritual simbólico entre el equipo, para dar a entender cómo funcionaban los susurradores.
- Separarnos por el espacio, comenzando a susurrar al oído ciertas frases, entregando la tarjeta donde venían escritas (cada susurrador tenía una diferente)
- Pedir a quién susurrábamos que nos dejase una respuesta a la pregunta: ¿qué cambiarías del Trabajo Social?
No olvidamos unos objetivos específicos de esta acción, relacionados con la intervención social:
- Aportar valor artístico y creativo al evento, sin perder de vista el objetivo principal de este.
- Repensar la disciplina profesional desde un enfoque innovador.
- Resaltar y mostrar el arte como una vía de innovación dentro de la disciplina y una herramienta para la práctica profesional.
- Generar un espacio en el que poder participar y vivenciar, de primera mano, el uso del arte y la creatividad con un objetivo de intervención social.
Decir también que la propuesta surge de mí, pero con la colaboración de Laura Szwarc (ya os hablé de ella). Pedí contar con otra profesional del ámbito, que tuviera más experiencia, para aumentar visibilidad a compañeros y compañeras del gremio. Además, se lanzó desde la organización (por redes sociales) que asistentes pudieran unirse al equipo (así conocía si había colegas con interés y/o experiencia). Y ahí apareció Reme Toboso, trabajadora social del Ayto. Madrid que lleva un tiempo inmersa en unir el arte con el Trabajo Social (especialmente con monólogos).
¿Cuáles fueron los resultados?
En primer lugar, considero que los objetivos se cumplieron. Fue mucha gente la que nos comentaba, posteriormente, que le había parecido muy oportuna y acertada la propuesta. Además, si que se mostraban impactados en algunos casos. Y por parte de la organización, nos mostraron su agradecimiento tanto en privado como públicamente (en el discurso de cierre). Todo esto apoya que se aportó valor artístico al evento y se dio visibilidad al arte como herramienta innovadora.
Por otra parte, resultaban formidables las caras y reacciones de la gente tras ser susurrada. Mostraban que el mensaje recibido les había alegrado (la mayoría sonreirán). A la par, también se sorprendían de la potencia de una sola frase que, al ser dicha de esa manera, les había llegado más profundo, haciendo reflexionar y emocionar a partes iguales. Y, surgía finalmente las ganas de comentar y devolver lo que se había removido (tanto en ideas como en sentimientos). Todo esto refuerza el objetivo de repensar en comunidad y que vivenciando una propuesta como esta es como mejor se entiende (con todo lo que implica).
Para terminar, no puedo olvidarme de las respuestas a la pregunta. Es cierto que la participación fue baja, pero lo achaco a como nos propusimos recopilarlas (con una caja, en la mesa de recepción, durante todo el evento), que no estaba de acceso fácil y rápido (aprovechando el impulso generado tras el susurro) y la incidencia de una apretada programación. Igualmente, se recopilaron estas que puedes ver en las siguientes imágenes.
P.D. Si después de leer todo esto, os animáis a replicarla, os pido una «bola extra»: mantenedme informado, por favor. Así sabré que se está haciendo, que resultados tiene y demás. Siempre gusta saber quién está llevando a cabo cosas similares. Y bueno, no está más decir, que si necesitáis ayuda profesional o queréis que sea yo mismo quién la replique (adaptada a cada propuesta concreta)… no dudéis en contactarme. Ya sabéis donde estoy 😉