«Los cuentos, si nos centramos en los más pequeños, suponen una manera de comprender cómo se pueden resolver conflictos vitales y cotidianos que de otra manera sería muy difícil de explicar». Así de bien lo explicó mi compañera cuentera Mónika Pascual (de Sin Venir a Cuento), para una entrevista que nos hicieron a la compañía desde Boolino. Y la expongo porque es una idea que comparto.
Hoy os hablo de los cuentos, centrándome en los infantiles y juveniles, porque el 2 de abril se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Este día se celebra desde 1967, a propuesta del IBBY, coincidiendo con el nacimiento de Hans Christian Andersen. Cada año, además, un país se encarga de crear un cartel y un mensaje para conmemorarlo.
Me parece importante la celebración de este día como narrador oral, pero muy interesante y para reflexionar también desde el Trabajo Social. Lo que comentaba al comienzo es uno de los motivos para ello. Porque el cuento (sea para el público que sea) siempre muestra una situación de conflicto, siempre hay algo que desvía el normal y pacifico desarrollo de la historia. Y hablar del conflicto, tenerlo claro, es algo muy importante para transformarlo y resolverlo.
El hecho que situaciones de conflicto ya sean tratadas desde pequeños me parece interesante, porque tienen un componente educador innegable. No quiero decir con esto que, cada vez que cojamos un cuento para contárselo a un niño, hayamos de sacarle una moraleja, de explicar que está enseñando ese cuento. Pero los cuentos tienen el potencial de hablar de temas, que muchas veces nos resultan complicados de trabajar con los pequeños por el “método adulto”. Y lo consiguen porque están partiendo de sus intereses y vivencias más cercanas, aprovechando la imaginación y la ficción para ello.
Por otra parte, que desde pequeños estén leyendo (o escuchando) cuentos también tiene un componente de animación lectora. Y el hecho de que leer se convierta en una actividad agradable invita a continuar leyendo según vayan creciendo. Pero también a adquirir mejor comprensión lectora. Y, a mayor comprensión, mayor capacidad de análisis y crítica, conllevando una mejora en los procesos de reflexión.
Para acabar, decir que estas reflexiones las hago desde mi corta experiencia en el mundo del cuento. Y, por ello os quiero dejar un pequeño texto del narrador y escritor Pep Bruno, con motivo de este día. Un texto me hizo reflexionar, en definitiva, sobre la importancia de la literatura infantil y juvenil en la sociedad:
Si la infancia es la patria del hombre, entonces la literatura infantil y juvenil serán hermosos lugares de esa patria: costas con aguas azul turquesa en las que avistar piratas y buscar tesoros, cuevas con accesos secretos (incluso al centro de la Tierra), selvas plagadas de misterios (muchas veces peligrosos), desiertos con oasis inesperados, montañas de eternas nieves y dioses eternos, ciudades mágicas, niños perdidos, osos tontorrones, caminos de baldosas amarillas… En esta patria no deben faltar tampoco los lugares pequeños en los que cabe un huevo viajero, o una granja del revés, o un verso vegetal, o un trabalenguas o una rima sin sentido.
Si la infancia es la patria del hombre, los niños que no tienen acceso a cuentos, a poesías, a teatro, a novelas de literatura infantil y juvenil, serán hombres con una patria pequeña, triste, árida. Hombres con un arcoiris en blanco y negro y un horizonte desinflado, chiquito.
Quizás no somos conscientes de lo importante que la literatura infantil y juvenil es para los niños. Llenar la cabeza y el corazón de un niño con palabras, sueños, vidas, es una manera agradable (pero imprescindible) de ayudar a crecer; es también un modo de preparar esa patria que será (de un hombre, de una mujer) con las infraestructuras precisas: puentes, carreteras, hospitales, jardines… para la vida que vendrá. Pero también es llenar esa patria que será (de un hombre, de una mujer) con atardeceres hermosos, sombras en la noche, cofres con tesoros y sueños imposibles logrados tras mil aventuras.
Si la infancia es la patria del hombre, entonces la literatura infantil y juvenil es imprescindible para hacernos más humanos, más capaces, más felices.
[Imagen destacada: Blog Ade Lluneta]
Muy interesantes tus reflexiones, Isra :-))