La magia de los cuentos, la curiosidad de la sensiblización y la apuesta por el crowdfunding. Estos son los tres aspectos que aúna el II Ciclo de Narración Oral Cuentacuarenta. Y todo esto con un equipo de trabajo detrás que hace llamativo y tentador este proyecto, sobre todo para alguien como yo que cree en los tres aspectos comentados al inicio.
Hoy os hablo de esta iniciativa, que se celebra por segundo año, y al que ayer acudí a pasar el día. Asistí por varios motivos. Primero, que había apoyado el crowdfunding que lanzaron para poder llevarlo a cabo (y quería recoger mi recompensa en persona); segundo, visualizar como habían trabajado la campaña de sensibilización sobre autismo que se realizaba paralelamente; y tercero, poder disfrutar y aprender escuchando sesiones de cuentos, con aliciente de narradores a los que no había visto aún.
Respecto al primer motivo, explicar que apostaron por esta alternativa de financiación para conseguir pagar los gastos de alojamiento y manutención de los narradores que acudiesen. Creo que este tipo de financiación es una herramienta más en el futuro de la cultura. Ahora, quizá diréis, ¿cómo se les paga? Pues hay aparece otro aspecto que también ayer conocí mejor y me pareció genial, el juego de las taleguillas. Consiste en que la entrada en la sesión es libre, pero cada asistente tiene unas taleguillas en el que introducir la cantidad que estime cuesta la entrada. De esta manera, creo que abren la posibilidad de acudir a gente que a lo mejor no pueda permitirse pagar una alta cantidad o repetir en varias ocasiones. Y, además, creo que sirven para aprender a valorar más y mejor el trabajo en el mundo del espectáculo y la cultura.
En relación a la campaña de sensibilización, desde el principio me engancho por ser sobre autismo (organizadas con Autismo Ávila), ya que he trabajado bastante con este colectivo. Además, porque es una parte del Trabajo Social que me interesa mucho y creo que necesitamos innovar. Esta campaña se realizaba, principalmente, en las Rondas de Cuentos, consistente en acudir por bares de Ávila a contar cuentos, con diferentes elementos que ayudaban a esta labor (como servilleteros en los bares o las 40 curiosidades sobre el autismo). De esta manera, el arte se pone a disposición de una labor social, sirve como excusa para ir un paso más allá. Esto me parece que tiene un potencial increíble, puesto que de manera sutil te van llamando la atención, te pican la curiosidad, motivándote a querer saber más sobre el tema. O, en caso de no adentrarte, al menos ya han hecho que te suenen aspectos importantes sobre al autismo. Y todo gracias a los cuentos, que atraen la atención de la gente más fácilmente y sirven para introducir pequeñas píldoras de sensibilización.
El último motivo no es el menos importante puesto que estoy cogiéndole mucho gusto a disfrutar de ver contar a otros narradores, sobre todo cuando se ve que tienen calidad y bagaje, y de los que puedo aprender mucho. Y ayer fue el caso. En los cuentos estuvieron Hector Urién (solo en la ronda de la mañana), Borrón y Cuento Nuevo (Dani y Nieves) y Pepepérez. Solo a Hector le había visto contar antes (aunque no sabía que era él) pero a los demás no. La sesión de la mañana fue complicada en algunos momentos (los bares, es lo que tiene), pero todos acabaron consiguiendo generar el ambiente de silencio suficiente para poder contar y disfrutar de los cuentos. En estos casos es donde más se notan las tablas de los narradores y ayer fue una buena demostración que este caso las tienen y de sobra.
Por la tarde, tocaba sesión en el Colegio de Arquitectos. El espacio resultaba muy bueno para contar cuentos por su disposición y se notaba que la organización había cuidado todos los detalles (unos flexos colocados para iluminar al público sutilmente me parecieron una prueba de ello). Por otra parte, los narradores estuvieron geniales, haciéndonos jugar y reír, algo que cada vez me gusta más y me parece complicado conseguir. Además, mostraron su capacidad de improvisación en los diálogos con el público con ciertos aspectos de los cuentos y en hilar los cuentos que contaba cada uno. Y todo esto, aderezado con un ambiente de escucha como pocas veces he vivido. Se notaba que el público tenía ganas de disfrutar y que muchos ya eran expertos en esto (había gente que repetía de días anteriores).
Para acabar, mostrar mi total felicitación desde aquí a la organización de este ciclo. Patricia Picazo ha sido la cara más visible y es la principal promotora, pero junto a ella hay un grupo de gente genial que hacen un trabajo fantástico e importante. Además, aunque hubiera imprevistos y agobios, siempre mostraron una sonrisa y una especial ilusión en lo que estaban haciendo. Y, por ello, espero que haya muchas más ediciones y que yo pueda seguir disfrutándolas junto a ellos como hice ayer.
P.D. Una actividad dentro de la sensibilización era hacer participar al público haciendo «Historias Imantadas» con los Frigopictos (pictogramas-imanes diseñados para la ocasión por Miguel Gallardo). Yo participé con el siguiente micorrelato (en mayúsculas las palabras de los imanes): «Su historia de AMOR era tan DULCE como el CHOCOLATE. Pero era un AMOR tan puro, que acabó siendo amargo.»